miércoles, 9 de junio de 2010

TEORICOS DEL ANARQUÍSMO (Voltairine de Cleyre)

* Voltairine de Cleyre: fue una de las escritoras anarquistas más prolíficas de su tiempo. Educada en un convento católico, por insistencia de su padre se hizo monja y vivió durante 4 años en el convento.
El tiempo que pasó encerrada en aquel convento desarrolló en ella el convencimiento de que las religiones se fundamentaban en la represión. Mientras estaba allí escribió: "he visto a los intelectos más brillantes, intelectos que podrían haberse convertido en relucientes estrellas de las galaxias del ingenio, sometidas bajo el peso de las cadenas, constantemente ninguneadas y menospreciadas, dejadas perder...". A los 19 años dejó el convento convertida en una atea convencida.
Dos experiencias marcaron durante su juventud su personalidad: un discurso del abogado Clarence Darrow sobre el socialismo, que supuso su primer encuentro ante la problemática obrera y la ejecución de los anarquistas de Chicago, acusados del bombardeo de Haymarket en 1886. Como para muchas personas de su generación, la injusticia de Haymarket supuso la consolidación de su anarquismo.

Poseyó mayor talento literario que cualquier otro anarquista norteamericano. Nettlau, máximo historiador del movimiento anarquista la describió como “la perla de la anarquía”. La naturaleza entera de Voltairine era la de una asceta. Emma Goldman escribió "su acercamiento a la vida y a los ideales era la de los santos del viejo testamento que castigaban sus cuerpos y torturaban su alma por la gloria de dios". Pero ella no tenía nada de religiosa.
Con el pasar de los años, evolucionó del anarquismo no violento, que defendía la acción directa, cercano al sindicalismo revolucionario de la International Workers of the World, a la defensa de la violencia cuando “en determinados momentos históricos, los actos de violencia eran el único medio de oposición a la explotación y a la tiranía".
De Cleyre confiaba en la clase obrera americana. Como recuerda Georgakas “ella siempre se esforzó por dirigirse a la clase obrera y criticó a los anarquistas que, como Emma Goldman, se dirigían a los intelectuales y a las clases burguesas". En 1910, en New York, durante un mitin, ella hizo mala cara ante los “respetables pasillos” llenos de “gente respetable”. “Me resulta absolutamente horrible“ -escribía ella- “encontrar que el anarquismo se ha convertido en un capricho para los intelectuales”. En la revista de Mother Earth de Goldman declaraba: “camaradas, hemos caminado en una dirección ... Nuestra tarea debe estar siempre entre los pobres, los abandonados, los hombres y las mujeres que realizan el duro y brutal trabajo del mundo".
Su vida personal fue trágica. De joven, su gran amor se suicidó. De una posterior relación tuvo un hijo, pero cuando rechazó vivir con el padre de la criatura, se lo quitó y no fue hasta 17 años después, que podría volver a verle. Otra desgracia le ocurrió en 1902, cuando un estudiante celoso le disparó. “A pesar de que se recuperó” -escribió Georgakas- “su salud se vio seriamente afectada. Consecuentemente con su carácter, rechazó presentar cargos contra su agresor recomendando que este fuera tratado en un sanatorio mental y no en una prisión”.
Entre 1889 y 1910 vivió en Philadelphia, entre las comunidades de inmigrantes judíos pobres, que se convertirían posteriormente en el principal distrito electoral anarquista dels U.S.A. Daba clases de inglés y música y también aprendió a hablar y a escribir el Yiddish. En 1912, cuando estaba en el momento más exitoso como escritora y oradora, enfermó, muriendo en Chicago el 12 de junio. Fue enterrada en el cementerio de Waldheim en Chicago, junto a los sepulcros de los anarquistas de Haymarket, cuya injusticia había inspirado su vida.
Por desgracia, pronto su trabajo fue olvidado y sus textos dejaron de publicarse y escribirse. "Ella fue como un breve cometa en el firmamento anarquista”, segons Avrich, “que pronto fue olvidado por todos excepto por un círculo de amistades cuyo amor y devoción persistiran mucho después de su mort”
Hubieron de pasar más de 50 años para que sus escritos fueran rescatados, coincidiendo precisamente con los movimientos feministas. "De todas maneras- escribió Georgakas- lo que más destaca de ella es la manera tan comprometida en que condujo su vida". Sólo después de su muerte, Voltairine se hizo un elogio: "He muerto como viví, como un espíritu libre, una anarquista, sin deber ninguna lealtad a las leyes, ni a las terrenales, ni a las divinas".

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