miércoles, 16 de febrero de 2011

100 años de CNT


1910 Fundación de la CNT


El II Congreso de Solidaridad Obrera

La propuesta de creación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT),
en 1910, fue el fruto sostenido y paciente del societarismo y/o
sindicalismo obrero por encontrar una coordinación que se creía necesaria y
beneficiosa para la clase obrera en su lucha contra el capitalismo y por el
desarrollo de una nueva sociedad basada en las tesis anarquistas. Su origen
podría fijarse en 1870, año en que fue fundada la Federación Regional
Española (FRE) de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT).

Las sucesivas experiencias internacionalistas en nuestro pais (FRE, FTRE,
OARE, etc.) no cayeron en saco roto y, a pesar de las persecuciones, las
disidencias, los periodos de clandestinidad y la incesante represión
gubernamental, el espíritu de la AIT continuó arraigado en el seno del
movimiento obrero español.

Tras la redacción en 1906 de la Carta de Amiens, que dio lugar al
sindicalismo revolucionario francés, ambas corrientes se hicieron una sola
para terminar convirtiéndose en lo que posteriormente se conocería como
anarcosindicalismo.

A nivel organizativo, producto de la fusión de estas dos corrientes fue la
creación de la organización regional catalana Solidaridad Obrera, que tuvo
su inicio en 1907, como Federación Local de las sociedades obreras de la
ciudad de Barcelona. Desde este organismo obrero, se fue capaz de ensanchar
el ámbito de actuación para llegar a ser provincial en marzo de 1908 y
regional en un ámbito catalán en septiembre del mismo año.

A causa de la represión ejercida sobre buena parte del movimiento obrero a
raíz de los acontecimientos de la Semana Trágica de Barcelona en julio de
1909, se pospuso la celebración del congreso de Solidaridad Obrera. Casi al
año de la primera iniciativa fallida, concretamente los días 30 y 31 de
octubre y 1 de noviembre de 1910, Solidaridad Obrera convocó un Congreso
Obrero Nacional en el Teatro Bellas Artes de Barcelona. En dicho comicio se
aprobó trascender el ámbito regional catalán hacia un ámbito estatal
español con el nombre de Confederación Nacional del Trabajo (CNT).


Segundo Congreso de Solidaridad Obrera y fundacional de la CNT.

La organización regional catalana de Solidaridad Obrera no hizo sino
catalizar la aspiración generalizada de múltiples núcleos obreros de todo
el país que de nuevo aspiraban a estructurar una organización nacional. Se
habían dirigido en este sentido al consejo de Solidaridad Obrera de
Cataluña, la Federación Extremeña, los obreros agrícolas de la región
valenciana, las federaciones de la Coruña, Zaragoza, Gijón y los campesinos
de las comarcas de Cádiz, Jaén y Córdoba.

Cataluña y Andalucía eran, con diferencia, las zonas regionales de mayor
incidencia sindical (tanto en sus inicios como en el ciclo que transcurrió
hasta el estallido de la guerra). De las 124 sociedades obreras que
participaron en este primer Congreso, Cataluña aportó un total de 67
sociedades. Le seguiría, a gran distancia, pero con un peso específico
considerable, Andalucía con 25. En un segundo nivel de importancia en
cuanto a su presencia en el número de sociedades obreras tenemos que
señalar a Asturias, Galicia y el País Valenciano. En lo que se refiere a
otras regiones del resto de España su presencia en dicho Congreso era
testimonial o inexistente. Esta implantación fue parecida y se correspondía
a grandes rasgos con la geografía desarrollada por la AIT (FRE y FTRE) en
su periodo de asentamiento durante el siglo XIX.

Comunicado de Anselmo Lorenzo al segundo Congreso de Solidaridad Obrera y
constitucional de la CNT

Compañeros: elegidos por la confianza de vuestros compañeros asociados,
cada uno sois la expresión del pensamiento de vuestros representados y eco
también de las aspiraciones del proletariado en general. Vais a celebrar un
pacto destinado a influir en la marcha siempre progresiva de la humanidad.
Ante vosotros el libro de la historia presenta una página en blanco;
preparaos a llenarla con la honra para vosotros, con provecho para todos,
presentes y futuros.
Habéis aprendido sociología en las tristes aulas de la explotación del
salario, resumen de la esclavitud y de la servidumbre. Cada uno de vuestros
conocimientos experimentales es resultado de un dolor. Vuestra ciencia no
es toda adaptación del pensamiento ajeno esparcido por la imprenta, es en
gran parte rebeldía enérgica contra ese abominable derecho de accesión
otorgado hace siglos por el legislador romano a los propietarios, a los
usurpadores de la riquea natural y social. Sabéis, no por ejercicio de la
memoria, sino por excitaciones del látigo capitalista, que os acosa,
haciéndoos tropezar con la dureza autoritaria, con la codicia agiotista y
con todas las plagas de la miseria. Sois, no ya el cuarto estado que quedó
irredento en 1789 y al que pretende aburguesar la democracia social y el
radicalismo político; sois menos todavía para la sociedad presente, aunque
seáis mucho para la sociedad futura; sois los obreros despojados del
relativamente noble carácter de artesanos, convertidos en peones, en restos
de la antigua industria que se transforma sucesivamente en accesorios de la
máquina y en "unemployed", obreros desocupados, sin jornal, sin pan, sin
hogar, sin amor, sin tierra que pisar, que sobran, que estorban, que mueren
en un rincón, en un transatlántico o en el campo yermo de una colonia
ajena.
Sois pues lo que se llama la más baja capa social, la que sustenta todas
las restantes, cada una de las cuales participa relativa y
proporcionalmente del privilegio. Por lo mismo estáis excepcionalmente
capacitados para la gran obra humana: la reorganización de la sociedad
sobre la base de la participación de todos en el patrimonio universal, la
contribución de todos a la producción y la distribución racional de los
productos; porque si es verdad, juzgando al hombre que donde está su tesoro
está su corazón, vosotros, cuyo positivo bien está en lo porvenir, que no
explotáis a nadie, que a nadie engañáis, que no dejáis a vuestro paso
víctima alguna, que no tenéis la menor ventaja en el antagonismo general de
intereses que caracteriza la sociedad y que practicáis la asociación para
fines redentores, podéis sentar las bases de la sociedad definitiva.
Libertad; el individuo en la plenitud de su conciencia y de su
sentimiento, libres el corazón y la cabeza para la determinación racional y
potencial de la voluntad; los individuos en libre pacto para llevar su
pensamiento, su voluntad y su acción a los últimos límites de lo posible,
eso es el sindicalismo; eso habéis de ser vosotros; eso debe ser vuestro
congreso, para que de él brote la luz y la fuerza que eleve al
proletariado, recompensa de tantos siglos de tiranía, a la condición de
salvador y regenerador de la humanidad.
Así como el átomo o la parte invisible de un cuerpo tiene su vida, su
autonomía y su regularidad, y de las de todos ellos resulta la normalidad
de un ser, así también la sociedad ha de reflejar la satisfacción de cada
infante, de cada hombre, de cada mujer, de cada anciano como grandioso
resumen de bondad y de belleza en este mundo que habitamos.
Atreveos a manifestar vuestra verdad a los privilegioados del mundo,
puesto que todos ellos, sin distinción de color, creencia ni nacionalidad,
por lejos que se hallen y a pesar de las fronteras y de los mares, impone a
cada uno de nosotros su socaliña rentística en los materiales, en los
transportes, en las aduanas, en el cambio, puesto que son amos de parcelas
del mundo, y por derecho de accesión, de los frutos naturales, de los
frutos industriales y de los frutos civiles. Decidles, para que a la vez se
enteren todos los trabajadores que aun vegetan en la insolidaridad, que
queréis ser hombres en la amplitud que la naturaleza y la sociedad pueden
desrrollar el tipo humano; que el Sindicalismo, la fuerza económica, ha de
reemplazar a la fuerza política y autoritaria de los estados; que la
humanidad ha entrado en nueva vía; que la sociedad ha de conformarse con el
hombre, no el hombre con la sociedad, y que se aproxima el día en que el
derecho se reconozca con la sola presencia del individuo y no con la
inscripción en el Registro de la Propiedad.
Inspirados en el más puro criterio, con la mira puesta en el ideal de
unidad y de integridad humana, resolved los asuntos a la orden del día del
crongreso; cread una organización extensa y poderosa que recoja todas las
iniciativas individuales y reúna la fuerza y la inteligencia del número, y
mereceréis la aprobación y el aprecio fraternal de vuestros compañeros.
Salud.

Anselmo Lorenzo

El congreso acordó mantener por el momento Solidaridad Obrera como vocero
oficial de toda la Confederación y se hizo un estudio para intensificar la
propaganda, formar cuadros de propagandistas preparados, intensificar la
publicación de textos sindicalistas eficaces y crear de modo inmediato
esucelas para los trabajadores, de acuerdo con las exigencias más
racionales de la ciencia moderna.

El sindicalismo fue definido no como un fin en si mismo, sino como un
medio de lucha y resistencia en los antagosnismo creados por la existencia
de las clases sociales. El fin era la emancipación integral de la clase
trabajadora mediante la expropiación de los medios de producción
pertenecientes a la patronal y la burocracia política y la consiguiente
dirección propia de la producción.

En el tema relativo a la emancipación de los trabajadores, el viejo lema
de la Internacional "la emancipación de los trabajadores ha de se obra de
los trabajadores mismos", halló una interpretación estrictamente literal.
Se hicieron claras alusiones a la clase política:

"Los vividores de toda especie que procuran servirse de los obreros
manuales para esos encumbramientos que les hacen placentera y grata la
vida."

El Congreso defendió la táctica de acción directa y la aplicación del
boicot contra los propietarios que exigían depósito previo en los contratos
de arrendamiento, llegándose en caso de necesidad a la huelga general de
inquilinos que defendería la negativa sistemática al pago de alquileres. Se
acordó reivindicar firmemente la jornada de ocho horas, anteponiéndola a la
fijación de cualquier salario mínimo, dado el rápido y constante
encarecimeinto de la vida.

Sobre la huelga general, el Congreso se mostró cauteloso: la huelga
general sólo podría ser revolucionaria y, en consecuencia, no debía
prodigarse. Por tanto, no debería declarase para reivindicar más salario o
disminución en la jornada de trabajo, sino para lograr una transformación
total en la producción y distribución de los productos. Además, la huelga
general postulaba su promulgación en el plano nacional, dado que en el
plano local sería sofocada fácilmente.

Durante los cinco primeros meses de 1911 se produjeron huelgas en Madrid,
Bilbao, Sevilla, Jerez de la Frontera, Soia, Málaga, Tarrasa y Zaragoza. En
esta localidad la huelga se hizo general de 11 al 14 de julio.

Siendo el sindicalismo revolucionario una herramienta útil para agrupar a
diferentes sectores del movimiento obrero, ello no fue menoscabo para que
se produjeran diferentes crisis de organización debidas, en buena parte, al
intento de neutralización política de diversos colectivos obreros
(republicano radical y socialista, fundamentalmente).
Mientras tanto, en el clima creado por estos acontecimientos,
especialmente tras los sucesos de la Semana Trágica, el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) concertó una alianza con los partidos republicanos
con fines de oposición al gobierno de Antonio Maura. La conjunción
republicano-socialista fue promovida el 7 de noviembre de 1909 en un mitin
celebrado en Madrid. Apoyado en esta fuerza y de cara a las elecciones
parlamentarias de mayo de 1910, el PSOE, en la persona de Pablo Iglesias,
consiguió su primera acta de diputado. En este mitin Pablo Iglesias había
idcho entre otras cosas:

"Nosotros mantenemos en toda su pureza los ideales del Partido Socialista,
o sea, igualdad social; nosotros aspiramos a que el poder político sea
conquistado por el proletariado."

Así iniciaba el socialismo su primera experiencia parlamentaria en pos de
esa soñada conquista del poder político. Camino lento, contradictorio, que
habrá de deparar a la clase obrera no pocas lecciones.

La Huelga General de 1911 y la ilegalización

En medio de un clima de tensión provocado por innumerables conflictos de
tipo social, se celebró en el salón de Bellas Artes de Barcelona el que
sería, de hecho, el II Congreso de la CNT. El Congreso, que sesionó desde
el 8 al 10 de septiembre de 1911 reunió a delegados de diversas comarcales
españolas representantes de unos 30.000 afiliados. Poco se sabe de este
congreso puesto que las actas se perdieron a consecuencia de la
subsiguiente represión del gobierno de José Canalejas.

Al final del Congreso se acordó declarar la huelga general revolucionaria
contra la guerra de Marruecos y en apoyo de todos los conflictos
reivindicativos en curso, sobre todo el de los carreteros de Bilbao, que
provocó también la delcaración de huelga por parte de todas las secciones
de la UGT. La huelga estalló el 16 de septiembre y, tras extenderse en
Vizcaya, se propagó a Gijón, Zaragoza, Valencia, Sevilla y los conflictos
menudearon de Oviedo, La Coruña, Málaga, Santander, Langreo y Mieres.

En Barcelona la huelga abortó porque las autoridades gubernativas
pracitcaron más de quinientas detenciones preventivas, entre ellas las de
José Negre, Secretario General del Comité Nacional de la Confederación y
miembro del comité de huelga de la localidad. El mismo 16 de septiembre,
tomando como excusa represiva la convocatoria de la huelga general
solidaria, la CNT fue declarada ilegal, lo que trajo un declive en el
número de afiliación en lo años venideros.

El 12 de noviembre de 1912, José Canalejas, presidente del Consejo de
Ministros, fue asesinado. El autor fue el anarquista Manuel Pardiñas
Serrano, quien se suicidó en el mismo momento en el que el tumulto de gente
que había presenciado el atentado intentó reducirlo. La muerte de
Canalejas, que fue secedido por Álvaro de Figueroa, Primer Conde de
Romanones, desenvocó en una crisis permanente de los partidos del turno de
la Restauración.

Canalejas fue ejecutado cuando miraba el escaparate de la librería San
Martín, en la Puerta del Sol, a escasos metros de la esquina con la calle
de Carretas.

Como hemos visto, la fundación de la CNT prácticamente coincidió con la
huelga de Bilbao, que presentaba graves caracteres. La huelga general
revistió especial importancia en Aragón y Levante. La represión llevada a
cabo por Canalejas fue extraordinariamente severa y el estado de guerra fue
proclamado en todo el país.

En 1913, Álvaro de Figueroa concedió una amnistía para los procesados por
los acontecimientos de 1911, pero los jueces de Barcelona se negaron a
levantar la orden de suspensión que pesaba sobre la CNT, por lo que el
comité nacional tuvo que asumir un carácter provisional y clandestino. El
comité nacional no pudo emerger a la luz pública hasta julio de 1914. Y es
que, como dijo Manuel Buenacasa en su momento:

"Ya vemos pues, pues, de qué modo se conduce, para empezar, el nuevo
organismo de la clase obrera española."

Todo este periodo estuvo marcado por una mala organización interna de la
Confederación puesto que, aparte de la clandestinidad, la organización
aparecía inconexa en el plano nacional, dado que sólamente Cataluña tenía
estructurado su comité regional. En el resto del país los sindicatos se
adherían aisladamente a la Confederación, en número superior a 350
entidades, lo que hacía muy difícil darcohesión a todo el movimiento en el
plano nacional.

Sin embargo, la situación no logró impedir que en agosto se declarase la
huelga textil en Barcelona, que afectó a cerca de 100.000 trabajadores. Se
trabajaba entonces todavía once, doce y trece horas diarias, con jornales
muy bajos. Pese a las numerosas detenciones que se practicaron, el
conflicto se saldó con éxito para los trabajadores, que consiguieron la
implantación de la semana inglesa en la industria fabril y textil española,
juntamente con otras mejoras.

A los pocos días de la legalización estalló en Europa la Gran Guerra (I
Guerra Mundial), la conflagración europea que habría de dividir al
proletariado y arrojaría no poca confusión en el movimiento obrero.

El estallido de la I Guerra Mundial

El 28 de julio de 1914 el el Imperio Austro-húngaro declaró la guerra a
Serbia. Comenzó el baile de alianzas formándose así dos frentes en una
guera en la que España se mantuvo al margen, aunque la patronal sí se lucró
con la venta de material de guerra a los países en clonflicto.La toma de
posición de Kropotkin contra Almenia, a quien acusó de haber desencadenado
la guerra, compartido por militantes del anarquismo interncional que
firmaron una proclama en este sentido, suscitó la polémica en el seno del
movimiento libertario español. Destacados anarquistas españoles como
Ricardo Mella defendieron este punto de vista, lo que a la larga supondría
el eclipse del más importante teórico del anarquismo español. El punto de
vista neutralista, condenador de toda guerra, fue clamorosamente sostenido
por la gran masa de la militancia confederal.

El proletariado catalán, sobre todo, condenó la guerra enérgicamente, y
los constructores de carruajes, así como los herreros de Barcelona se
negaron a construir materiales destinados al conflicto.

Abatido por la actitud ante la guerra de algunos de sus más viejos
compañeros, Anselmo Lorenzo, viejo y consecuente pacifista y abuelo del
anarquismo español, moría el 30 de noviembre. Una gran manifestación de
duelo del proletariado barcelonés acompañó a Lorenzo a su última morada.

El 31 de mayo de 1915, se celebró en Ferrol un Congreso Internacional
contra la guerra. Este Congreso ratificó la actitud antibélica del
anarcosindicalismo y se propuso la huelga general al proletariado de todas
las naciones. Se acordó redactar numerosas proclamas revolucionarias,
escritas en los idiomas de las naciones beligerantes, para hacerlas llegar,
por todos los medios, a las trincheras.

El 20 de noviembre de 1916 se reunieron en Zargoza delegados de CNT y UGT,
firmaron un pacto de alianza y acordaron declarar una huelga general el 18
de diciembre en todo el país. La huelga, que se llevó a efecto de modo
pacífico, no obtuvo resultados en cuanto a los fines previstos. Como quiera
que sea, la alianza circunstancial CNT-UGT tuvo una gran resonancia en la
opiniñon pública, por ser la primera vez que se daba una conjunciñno de
esfuerzos entre socialistas y anarquistas.

El estallido de la guerra favoreció el desarrollo de la economía española
y produjo enormes beneficios a los grandes industriales y en el sector
agrario. En este periodo los patronos accedieron con relativa facilidad a
las demandas obreras de mejores salarios. Esta eficacia de los sindicatos
hizo afluir a estos grandes masas, que vieron en ellos un arma para
arrancar mejoras a los patronos y para defenderse, a la vez, del movimiento
alcista de los precios. La CNT reunía en 1915 a 15.000 afiliados. En 1918
solamente en Cataluña agrupaba ya a casi 74.000 para llegar al clímax de
714.000 afiliados en todo el páis, en 1919.

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