miércoles, 9 de febrero de 2011

[Texto] Sueños.

Hay pocos entre nosotros que no se hayan despertado algunas veces antes del alba, después de una de esas noches sin sueños que nos hacen casi enamorados de la muerte.

Las luces apagadas están donde las habíamos dejado y al lado yace el libro a medio cortar que recorríamos,o la carta que teníamos miedo de leer o que leíamos con demasiada frecuencia.

Nada nos parece cambiado. Fuera de las sombras irreales de la noche resurge la vida real que conocimos.

Nos es preciso reanudarla donde la dejamos y se apodera de nosotros un terrible sentimiento de la continuidad necesario, de la energía, en el mismo círculo fastidioso de costumbres estereotipadas, o quizás un salvaje deseo de que nuestros párpados se abran alguna mañana sobre un mundo que hubiese sido creado de nuevo en las tinieblas para nuestro placer, un mundo en el cual, algunas cosas tendrían nuevas formas y colores, que estaría cambiado o que tendría otros secretos.

Hasta la remembranza de la dicha tiene sus amarguras y el recuerdo de los placeres, su dolor.

Lobo, Libertario.

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